Translate

domingo, 18 de diciembre de 2016

Incendio.

Decepción.
Decepción  de saber que tú, que tanto me condenas, que tanto te atreves a pronunciar mi nombre con asco y horror, no eres capaz de ver el fallo dentro de ti, aquello que te convierte en alguien con ninguna capacidad de juicio moral hacia mí.
Decepción al ver que no puedo emular a una persona que tanto admiro, puesto que ella se encuentra por debajo de mí y hacerlo supondría rebajarme a un nivel al cual yo no estoy dispuesta a descender.
Decepción por encontrarme todo este tiempo perdida en busca de lo imposible y saberme ahora cansada en vano, con plena consciencia de ser juez y parte inocente en una guerra que nunca debió ser también mía.
Decepción que me muerde el corazón y me electrocuta fríamente, abandonada a procesar sin rastro de emoción alguna exceptuándola, inmersa en un estado mental que escucha el toc en cada movimiento.
Decepción desgarradora que me empuja a desautorizarte y sacarte violentamente del escudo tras el que te escondes, locura degenerada en forma de instinto protector que borra todo rastro del amor etéreo que creía cubrirnos.
Decepción resignada a avanzar sin ti en este mundo inhóspito que no facilita la partida, aún cuando la adrenalina me encharca las venas y el llanto no presencial se desata torrencialmente.
Decepción dispuesta a desatarse en la forma más externa, a rebelarse contra el sistema corrupto que trata de gobernar la naturaleza indómita regente de mis actos, aunque estos se produzcan cautelosos.
Decepción atraída por los demonios que tienden a envenenar mi mente cuando flaqueo y no soy capaz de mantener la guardia alzada, encontrando un oportuno hueco donde quedarse engarzada.
Decepción tras entender que yo no era el problema - nunca lo he sido ni lo seré-, sólo fui fruto de tu prevaricación que me hizo odiarme aún más -cuando ya tenía razones- en esta libertad nívea e inherente de los millennials.

No hay comentarios:

Publicar un comentario