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lunes, 19 de diciembre de 2016

Celeste.

A veces, quiero soltarme el nudo de la garganta que me tiene intermitente entre el silencio y el murmullo, y así decirte todas las cosas que se me pasan por la cabeza.
Decirte que se refleja la Luna cuando la eclipsa el Sol, la idea de amor-odio por verse superada y esa tristeza de no ser suficiente para poder enfrentarle con magnificencia.
Decirte que está naciendo la primavera otra vez y vuelve la luz, después de que el invierno se quedase dormido más tiempo del que conllevan los ciclos estacionales.
Decirte que el mar se rinde ante el cielo, siempre deseando besarle con furia, y es por eso que se alza en grandes muros de agua agitada, a ver si consigue llegar de una vez.
Decirte que la poesía está muy rota pero encuentra sentido cuando se mezcla contigo, cuando pretende adherirse a través de la tinta en tu piel y colarse por los huecos entre tus vértebras y costillas.
Decirte que mis manos se hicieron para conocer las tuyas, para juntar las líneas y cerrar los dedos descubriéndome así que el azar se vuelve destino cuando pretende ser infinito.
Decirte que tú nunca morirás, que ya no puedes morir porque tienes asignada una lápida para llorar tus recuerdos y te da derecho a volver como fantasma, aunque no solicite tu presencia.
Decirte que maravilla es cómo me haces sentir y no esas ruinas que se reparten por el mundo, y también las sonrisas desprogramadas y las ganas locas de ser la sombra de tu sombra.
Decirte que soy tan humana que tropiezo dos veces con la misma piedra -incluso a propósito-, que puedo romperme al contacto de las balas como un cristal de Bohemia y no sé decirte que no.
Decirte que odio pensar todo esto porque me suena a cosas ya dichas, el mismo discurso que se repite una vez tras otra cada vez que alguien se desnuda sin necesidad de quitarse la ropa.
Y por eso, precisamente, nunca suelto el nudo que frena mis pensamientos y hablo de más, temerosa de que huyas pensando que estas viejas líneas están vacías, que sólo hay materia y no forma.
Ante sospecha, hay que callar.

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