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domingo, 31 de julio de 2016

Destierro.

Es que -óyeme, cariño- todo lo que ves ahora, si es que te dignas a mirar aquí, no es más que entramado de piel y hueso.
Y es que no sabes ver a través del túnel de las pupilas y encontrar al final la luz. Porque aquí aún hay luz; aún hay una extensa sinfonía de colores que vibran con cada nuevo y diferente latido.
Podrás ver que mis infiernos son escarpados y lóbregos -bendita oscuridad-, pero nunca en ellos te perdiste y acabé por matarte, jamás exististe y luego despertaste. Así que, en verdad, no te acercas ni un poquito a rajarme el esternón y separar -como una ventana de doble cristal- las costillas marfileñas que me abrigan el corazón; y es por eso que no sabes cuándo soy agua y fuego, y cuándo la antítesis que desorganiza tus ideas.
No, cariño, tú no lo ves, no puedes verlo si yo no te dejo ver.
Pero te diré que necesito anclarme lo más alejado posible del límite establecido por la cuerda, que bailar entre mundos es inestabilidad inherente a mi persona, y que son ya demasiados mundos a donde quiero volar.
Y si de verdad quieres hacer algo por mí, atrévete a sostenerme entre tus brazos como una crisálida porque, antes que depositar el leve revoloteo de tus labios sobre mi niñez, necesito de ti tu energía vital para sitiar mi forma.
Entiendo que te aterre, porque ni siquiera mi entendimiento logra dilucidar entre las oscuras lagunas que me absorben. O quizá sí lo entienda pero lo único que quisiera entender claramente es que, si tú no ves porque yo no te dejo, no te atreverás a llegar por ti mismo al entendimiento metastásico.
No, cariño, tú no lo harías, no podrías hacerlo si yo no te compenso antes.

viernes, 22 de julio de 2016

Amores de barra.

¿Nunca te han dicho que tienes unos ojos preciosos? Porque creo que la luz que entra por la persiana de mi habitación haría maravillas en ellos.
No necesitas más que venir aquí y comprobarlo. Es algo sencillo, no tiene ningún coste hasta el momento.
Sé que tienes camas de sobra donde quedarte a pasar la noche -y personas- pero te ofrezco la mía; y aunque no te pueda asegurar que sea la más cómoda, puedo hacer que te parezca el paraíso.
Ya tengo un hueco adaptado a las medidas de tu cuerpo -no es difícil con esa cinturita- y café para que te sumerjas en una espiral de sensaciones y pensamientos. Si quieres, puedes absorberlo en la fría luz de la cocina para que te quedes en 20 bajo cero, pero te prefiero en la cálida oscuridad de mi habitación desatando tus demonios.
Podemos hacerlo fácil: vienes y te desparramas en cualquier ángulo sobre la cama mientras hago música a tus oídos, y ya veremos a dónde me llevan mis manos después. Contigo podría ser a cualquier parte -confieso que me entusiasma eso de viajar sin salir de casa-, visitaríamos todo lugar insospechado que se cruzase en nuestra trayectoria.
Pero si quieres hacerlo difícil, puedo ir a ti y secuestrarte. No me será complicado porque llegar hasta ti es sencillo -en verdad- y te dejarás llevar. Pero luego preguntarán por ti y nadie hallará respuesta, porque yo no pienso decirles que estás conmigo, bajo mis sombras y en mis dominios; y tú jamás te detendrías a pensar qué estás haciendo(nos) exactamente, ¿verdad?

lunes, 11 de julio de 2016

Esperpento.

Así te ves ahora: una mueca triste en una escala de grises que administra el tiempo que queda. ¿Y quién, o qué, es esa silueta en el espejo? Ya no es la que fue antaño. Juraría que solía estar llena de vida, sonriendo de pura felicidad, no ocultándose detrás de una sonrisa pintada. Pero los tiempos felices terminaron hace mucho, ¿verdad? Antes casi de que puedas recordarlo, antes de horrorizarte por las magnitudes de la brecha emocional.
Bien sabemos que palpitas al claro de luna, en sepulcral silencio, tratando de drenar toda la tinta que se aglomera entre tu piel y tu alma. Qué fría y pálida te ves en ese entonces, ¿o dirás que no pareces muerta en vida? Es como si el mármol se hiciese acopio de tu cuerpo, y aunque pronunciadas costillas se puedan sentir cálidas, están heladas. ¿Quién podría decirte cálida, en verdad?¿Te han acariciado más profundo de la dermis? Mantienes la temperatura metafísica bajo cero, cuidando al detalle que todo esté bajo control. No querrías enfrentarte otra vez a lo desconocido para que venga a desorganizarte los esquemas de amor propio -aún inconclusos-.
De todas formas, eso que dicen corazón no es más que los últimos latidos de una ilusión marchita, cenizas ardientes al igual que la última calada que mata y corta el aire. Se ralentiza cuantos más amores y desamores, vaciando tu cuerpo de cualquier estado de ánimo que no sea indiferente, y ya deberías saber que no te estoy hablando de un único cada vez, señorita. Prometo que querría salvarte de la oscuridad que te absorbe e imanta, aunque nunca termine por poseerte, pero eres tan difícil, cariño... ¿Quién iba a enfrentarse contra viento y marea?¿Quién querría arrastrarte a la vida si tú le llevas antes a la muerte?