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miércoles, 30 de agosto de 2017

Rosario albar.

¿Cómo podría decir todo lo que siento por ti?
Si me faltan palabras, voy medio borracha y mis bragas se empapan al pronunciar tu nombre.
¿Cómo podría decirte todo esto sin que una estúpida mueca de burla se dibuje en tu cara?
Está todo muerto, ¿verdad? No hay nada que podamos rescatar.
Al final, por mucho paraíso que puedas darme, no es tanto como al que estás capacitado.
Pero bueno, toca asumir la culpa y decir que fui de lo peor, que ojalá no te hubieses encontrado conmigo en la vida porque...
Ya sabes, las personas como yo hemos llevado una coraza durante tanto tiempo que hemos llegado a olvidar una parte de nosotras mismas.
Y eso, cariño, duele.
Pero qué te voy a contar... Si ya sabes dominar el vaivén de las olas... Y pretendo ahogar recuerdos en lagunas de memoria.
Sabes de sobra que fuiste como un reflejo, aunque fuese yo la cristalina.
Es que... ¿Qué te voy a contar?¿Que le das vida a cada uno de los mares del océano?
Es que ya lo sabes, joder. Está ahí, en el fondo de la memoria, aunque no quieras sentirlo.
Lo sabes, joder, lo sabes.
Si quieres quedarte en tierra seca, hazlo; no temas a menos que quieras entrar otra vez en el agua, porque esa vez, entonces, no lo contarás.
Corre, escapa hacia donde nunca antes has huido porque, si te encuentro, esta vez te reduciré a polvo y ceniza. Si te rozo la piel donde no sentiste antes energía, caerás. Caerás en el abismo, pozo negro sin fondo que no necesita luz para subsistir.
Vete. Vete antes de que sea tarde, corazón, porque de las personas como yo nunca se vuelve.
Aún queda mucho por recorrer y venir conmigo supondrá dinamitar tu vida, extorsionarla hasta límites insospechados.
Vuela, surca las olas del mar. Quien pudiera a una sirena escuchar.
Sin ahogarse.

martes, 15 de agosto de 2017

Humo.

Los primeros amores, aunque duelan,
son imposibles de olvidar;
siempre enraízan en el corazón.

Iba a hacer café para dos
pero la casa es puro silencio.
Me vuelvo a la cama.
Amanece, que no es poco.
El cielo púrpura se destiñe
y mis manos palpan el vacío.
Ruedo lenta sobre el colchón,
buscando el origen de los sueños.
La luz se reflecta en los cristales.
Tic-tac del reloj sin descanso.
Abro los ojos y te veo durmiendo
justo a mi lado, fantasmagórico.
Un ángel caído del cielo
vino a dejar una estela
de recuerdos ignífugos.
Flota zumo de humo
y calma a puerta cerrada,
sobrevuelan quedos suspiros.
Mar de olas en rizo por la almohada,
retrato de acuarela en la pared,
sal en la piel y los labios.
Tus ojos no pueden verme,
pero respiro tu piel cálida
adornada con lignito.
Con Morfeo besando mis pestañas,
vuelvo a dejarte ir, tal vez,
esperando que seas de carne y hueso.
Sé que nada va a sacarte de tu letargo,
ni a mí de mis ensoñaciones mientras
aún suenen ecos sabios en los árboles.