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domingo, 30 de noviembre de 2014

Secuestro de banco.

Voy a dejar que me atrapes entre tu piel y tu alma. Sí, me dejaré atrapar, en todas partes. Quiero que me mantengas en tu cabeza como mantienes todos tus conocimientos; y ahogarme en el mar de tus ojos, donde me puedo llegar a quemar. Quiero descubrir cómo se amanece enredada a tus sábanas estando tú tan despeinado, y luego desayunarte entre café y magdalenas.
Agótame hasta que no pueda siquiera respirar, y en dicha extenuación rebasa mis metástasis y hazlas estallar. Si vinieses tan pronto a mí, al igual que yo llego tarde a todas horas... ¡Qué eterno se nos haría el día, y qué corta la noche!...
Y bien sabes que muero por el hecho de que me verses entre susurros, que adoro que me rices el pelo, y que sería capaz de superar la vergüenza atroz a los cumplidos, sólo para que me digas: Eres un caso perdido. Pero qué remedio...Tendré que perderme contigo.
Quiero que me quieras, y me voy a dejar querer; pero no te lo pienses mucho, que podríamos acabar destrozando todo el romanticismo. Búscame en mitad de un plenilunio, con la tranquilidad de que si el marfil te roza, será lo más despacio posible. Y báilame la sangre de tus venas y el tango de Roxanne. Sosténme a sabiendas de que podemos caer, e idealiza que tus dedos de hierro se funden con mis omóplatos de estaño. Bésame la frente con apasionados sentimientos y depositaré, con alas de mariposa, mi cariño en lo más hondo de tu ser.
Quiero que me extorsiones la sonrisa que me sale al verte. Mírame y arráncame de nuevo la sonrisa autómata, la sonrisa despreocupada, la sonrisa nerviosa, la sonrisa electro-estática, la sonrisa espejo, la sonrisa descosida.
Que te quiero a mi lado, para un rato largo o para lo que nos de. Que te quiero con la media sonrisa, tan tranquilo por fuera y con hiperactividad interna. Que te quiero decidido, desgarrando el aire con palabras o con dióxido de carbono. Que te quiero en tu totalidad perversa y no pienso alejarme sin despedidas bonitas.

sábado, 22 de noviembre de 2014

Dueto de cuerdas.

En estos instantes, dispuestos a confesar, abrimos el pecho, cerramos la garganta y dejamos que sean los ojos quienes hablen por nosotros.
Y nos gritamos en silencio lo que somos, lo que nos mostramos confiando el uno en el otro: heridas de guerra cicatrizadas, que aún duelen si se rozan, que aún saben a derrota. Mariposas negras, muertas. Reacciones químicas, que jamás llegaron a producirse. Relicarios de cenizas de difuntos. Rosas marchitas en pleno florecer. Mares embravecidos, teñidos de sangre. Huracanes con olor a salitre y gasolina. Diferencias existenciales entre A y B. Tiempo escupido al vacío de los años. Música en espiral que asesina los oídos. Poesía rota en medio de una ciudad. Errores jamás aceptados por las circunstancias. Distancia que se agolpa en las esquinas. Cofres repletos, ocultos a los mortales. Talentosos supervivientes del inframundo. Palabras que no llegan a ninguna parte. Lágrimas que nunca inundan pupilas.
Que tú y yo somos eso.
Decadencia y languidez, entramados de piel y huesos descosidos, corazones sin freno y marcha atrás, cigarrillos apagados por la lluvia, barbitúricos que no salen del cajón, memorias de almas en pena, último grito de libertad de presos, nitroglicerina sin envasar, soles fundidos en medio del desierto, barcos que han olvidado cómo navegar, cuadros que cuelgan ahorcados, sueños que no pueden realizarse, lugares de los que no se sabe regresar.

sábado, 8 de noviembre de 2014

Alto voltaje.

Me pone cuando te muerdo los rizos y cuando te arqueas sobre mi cama. Me pone cuando presiono tus labios y me clavas los dedos en el antebrazo. Me pone cuando sonríes fugazmente y cuando te relames sin consciencia. Me pone cuando te aprietas contra mí y cuando tu voz llega hasta mis oídos. Me pone cuando tus dedos recorren mis venas y cuando se dibujan bajo tu piel las costillas. Me pone cuando escribes en mi espalda y cuando tarareas en voz alta. Me pone cuando me despiertas con un beso y cuando caminas sin ropa por la habitación. Me pone cuando bailas sin sentido y cuando me invitas a cerveza. Me pone cuando te apropias de mi cuello y cuando te desparramas en cualquier ángulo. Me pone cuando me hundes los dedos en el pelo y cuando tiras hacia atrás de mi cabeza. Me pone cuando me miras con enfado y cuando me abrazas la cintura. Me pone cuando deslizas tus piernas hacia mi regazo y cuando curioseas mis entrañas. Me pone cuando me prestas atención y cuando compartimos el champú. Me pone cuando rellenas el hueco vacío del colchón y cuando me observas desde tu altura. Me pone cuando callas violentamente y cuando aferras mis manos con dulzura. Me pone cuando hablas de tus manías y cuando suspiras ante el café. Me pone cuando te encoges de hombros y cuando cruzas los pies al sentarte. Me pone cuando muestras tu ira y cuando ajustas el titanio. Me pone cuando te vuelves pesimista y cuando te entra la inspiración. Me pone cuando frotas tu nariz contra la mía y cuando te bebes mi esencia. Me pone cuando me niegas algo y cuando hablas de poesía. Me pone cuando te estiras hacia todas partes y cuando respiro tu perfume. Me pone cuando me llamas si estás lejos y cuando enloqueces sin avisarme. Me pone cuando ríes sin control y cuando asciendes por mi costado. Me pone cuando respondes en silencio y cuando empequeñeces los defectos. Me pone cuando te lanzas de cabeza y cuando acortas el invierno. Me pone cuando valoras los detalles y cuando se te marcan las clavículas. Me pone cuando armas un rompecabezas y cuando chupas mi energía. Me pone cuando te agitas sobre las hojas y cuando me apresas entre las sábanas. Me pone cuando me muestras los secretos del hierro viejo y cuando lates al ritmo de mi respiración. Me pone cuando astillas la madera imprecisa y cuando soplas las velas restantes. Me pone cuando vuelas a ras de suelo y cuando desproteges la fragilidad de tus huesos. Me pone cuando renuncias a dormir y cuando pronuncias tu sentencia. Me pone cuando cuidas tu belleza y cuando confiesas tu pasión. Me pone, vaya que si me pone. Me pones tú, sin límites, sin tabúes, sin necesidad de entender, sin espacio y tiempo fijos, sin querer queriendo, enteramente.

martes, 4 de noviembre de 2014

Muerte del alma.

Antes de que se muera el firmamento,
recordarás qué fuimos bajo el cielo infinito,
anhelando la armonía de nuestros cuerpos.
Antes de que se extinga la luz,
parpadearás sobre la rueda de fuego del pavimento,
jugando a cara o cruz con dados de doce caras.
Antes de que se comprima el calor,
tiritarás a la avenida de tu sombra,
alzando los muñones de tus alas descosidas.
Antes de que me hayas visto,
ya estaré saliendo por la puerta,
renunciando a todas las promesas que te hice.
Antes de que vuelvas a verme,
ya habrás muerto y renacido,
conociendo todo el dolor que causan las ausencias.
Antes de que hagamos como si nada hubiese pasado,
ya habremos condenado al tiempo que no supimos congelar,
sintiendo la calidez en los labios cuando asomen los 'Te quiero'.