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sábado, 8 de noviembre de 2014

Alto voltaje.

Me pone cuando te muerdo los rizos y cuando te arqueas sobre mi cama. Me pone cuando presiono tus labios y me clavas los dedos en el antebrazo. Me pone cuando sonríes fugazmente y cuando te relames sin consciencia. Me pone cuando te aprietas contra mí y cuando tu voz llega hasta mis oídos. Me pone cuando tus dedos recorren mis venas y cuando se dibujan bajo tu piel las costillas. Me pone cuando escribes en mi espalda y cuando tarareas en voz alta. Me pone cuando me despiertas con un beso y cuando caminas sin ropa por la habitación. Me pone cuando bailas sin sentido y cuando me invitas a cerveza. Me pone cuando te apropias de mi cuello y cuando te desparramas en cualquier ángulo. Me pone cuando me hundes los dedos en el pelo y cuando tiras hacia atrás de mi cabeza. Me pone cuando me miras con enfado y cuando me abrazas la cintura. Me pone cuando deslizas tus piernas hacia mi regazo y cuando curioseas mis entrañas. Me pone cuando me prestas atención y cuando compartimos el champú. Me pone cuando rellenas el hueco vacío del colchón y cuando me observas desde tu altura. Me pone cuando callas violentamente y cuando aferras mis manos con dulzura. Me pone cuando hablas de tus manías y cuando suspiras ante el café. Me pone cuando te encoges de hombros y cuando cruzas los pies al sentarte. Me pone cuando muestras tu ira y cuando ajustas el titanio. Me pone cuando te vuelves pesimista y cuando te entra la inspiración. Me pone cuando frotas tu nariz contra la mía y cuando te bebes mi esencia. Me pone cuando me niegas algo y cuando hablas de poesía. Me pone cuando te estiras hacia todas partes y cuando respiro tu perfume. Me pone cuando me llamas si estás lejos y cuando enloqueces sin avisarme. Me pone cuando ríes sin control y cuando asciendes por mi costado. Me pone cuando respondes en silencio y cuando empequeñeces los defectos. Me pone cuando te lanzas de cabeza y cuando acortas el invierno. Me pone cuando valoras los detalles y cuando se te marcan las clavículas. Me pone cuando armas un rompecabezas y cuando chupas mi energía. Me pone cuando te agitas sobre las hojas y cuando me apresas entre las sábanas. Me pone cuando me muestras los secretos del hierro viejo y cuando lates al ritmo de mi respiración. Me pone cuando astillas la madera imprecisa y cuando soplas las velas restantes. Me pone cuando vuelas a ras de suelo y cuando desproteges la fragilidad de tus huesos. Me pone cuando renuncias a dormir y cuando pronuncias tu sentencia. Me pone cuando cuidas tu belleza y cuando confiesas tu pasión. Me pone, vaya que si me pone. Me pones tú, sin límites, sin tabúes, sin necesidad de entender, sin espacio y tiempo fijos, sin querer queriendo, enteramente.

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