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lunes, 9 de diciembre de 2019

Conmigo.

<<Aunque este sea el último dolor que ella me causa, y estos sean los últimos versos que yo le escribo.>>


Yo, que fondeé tantas veces tus ojos, nunca me atreví a surcar los mares.

Quise vivir en un segundo eterno hasta que fue sólo el despertador quién clamaba mi nombre.

¿Te acuerdas de la primera cerveza?¿Recuerdas el primer baile? "Cásate conmigo", me dijiste. Qué lejano parece ahora aquel fuego.

Sólo quería volar lejos, comerte a veintemil lenguas de viaje submarino, pero las alas se me derritieron como un Ícaro.

Aquel tren llamado deseo lo perdimos cuando el cielo se nos rompió en la boca, cuando pusimos quién y cuándo de por medio.

Empezó a crecer una sensación de rechazo y desidia, de que es mentira que las segundas partes son las buenas.

Avanzamos a ciegas con la inminente de que podíamos caer en un segundo, que alguien vendría a por nosotras y nos arrancaría el corazón.

Fue lo que vivimos lo que me desgarra porque, creyéndome única y capaz, no hubo nada que guardases sólo para mí, después de todo.

Tendría su gracia que me hablases ahora de dramatismo y te desentendieses de tanta tristeza in crescendo, cuando seguirías esperando de mí que entienda todos y cada uno de tus arranques.

Bien es sabido que no conocí dolor alguno que no pudiese superar con fe ciega hasta el último instante, y es por eso que recurro a la tinta para sacarme de encima lo que ya no se puede arreglar.

Podría citar aquí y ahora, apropiarme de canciones por partes o enteras, y de seguro que tú podrías hacer lo mismo. Ahora bien entendería tus letras y tú las mías.

Supongo que, entre todo el dolor, lo que más duele es pensar que yo tenía razón: Sería la música lo que terminaría con nosotras de una vez por todas.