Translate

miércoles, 14 de diciembre de 2016

Ave de paso.

Si bien me alegro de coger trenes sin cesar, también echo de menos detenerme un rato en eso que llaman hogar. Ya sabéis, ese lugar al que una llega y se encuentra envuelta en una sensación de calidez propia del cariño, aunque esté a veinte bajo cero.
Que siempre es lo mismo: Haz la maleta que toca viajar. Aún no está muy claro dónde, pero ya se verá conforme se avance. No te preocupes, que tú siempre encuentras donde pasar la noche; será por camas, ¿no? Venga, no tardes mucho y a vivir experiencias, que la vida son dos días y quedarte aquí encerrada te corta las alas.
Y ahí voy yo: a cambiar de piel y de sonrisa, a pronunciar otras palabras y a aceptar la aventura. Aunque tal vez en ese momento no me apetezca y sólo quiera decir: Cinco minutos más.
No sé, dejarse de tanto viaje a otros lugares y empezar a enraizarme donde me encuentre bien. Si no, al final acabo siendo de ninguna parte y dejo de encontrarme.
¿Pero qué decir cuando confían en que viajes lejos y no hagas de la partida un drama? Cuando, con una palmada en el hombro y una sonrisa pintada, te desean lo mejor; y aunque alguien en verdad desee que ojalá te mueras por el camino, calla. ¿Qué hacer?¿Gritar y decir que eso no es lo que quieres?¿Encadenarte a una pared a la voz de "yo de aquí no me muevo"?¿Acaso pretender demostrar una sarta de emociones y sentimientos que a todo el mundo le importa menos que nada? Pues no, porque a eso le llaman egoísmo, y ya que te ofrecen una oportunidad sin igual, les tienes que poner buena cara y conformarte con lo que -a veces- no quieres.
Entonces, habiéndote resignado y ya cuando te has subido a un par de trenes por trasbordo, echas de menos eso que llamas hogar. Ya sabes, un lugar donde te encuentras y lo sientes tu patria y bandera, aunque a veces quieras restarle importancia; allí donde comienzas a entender qué es eso que llamamos amor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario