Translate

sábado, 24 de enero de 2015

Desde Andrómeda.

¿Dónde nos perdimos sin poder volver atrás?¿Dónde nos alejamos en contrarias direcciones?
Oh, cariño, podría decir que te echo de menos. Y gritar que tú no regresas a mí.
Te gemí todo lo que quisiste, te recordé todo lo que necesitabas, y ahora soy como un juguete roto.
La forma en la que huiste sin dar explicación, como un animal salvaje, me hizo tanto daño...
Pero no diré que no tienes corazón. No sin mentir, no sin enterrarme, no sin herirte.
No existen nuevas alianzas que firmen nuestra paz, que nos den la calma que jamás tuvimos, que consigan el perdón limando las asperezas. Ya nada volverá a ser lo mismo. En su soledad, el mar de tu terraza intenta suicidarse arrojándose al vacío. Confiesa que está mustio, marchito, seco, podrido.
Desde que te revistes de fría porcelana, desde que ardes entre cenizas, desde que guardas el puñal de plata que nunca te clavé, desde que la cólera no es sólo un día en el calendario, desde que te ahogas con el aire que respiras, desde que vuelas bajo mi mente...
Ya no sé qué hacer ni intento querer. Camino en el mismo segundo, siempre un paso adelante, siempre la boca fruncida. Con menos sangre y más culpa, sin ti ni conmigo, contra el desierto de capital, según llegas a la estación.
Sólo te quiero gritar, segundo a segundo, lo que no te he dicho antes por temor a naufragar. Pero ahora que ya he naufragado, me es igual lo que ocurra. Vuélcate en mí esta vez, no en ti. Se mi timón, mi ancla, mi rosa de los vientos. Quédate, que los minutos se marchan y vienen las pesadillas.
¿Puede ser que aún me quie(b)res?

No hay comentarios:

Publicar un comentario