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jueves, 19 de marzo de 2015

Telarañas de cristal.

Pero tú no sabes cuánto te quiero, niña, porque no lo demostraré jamás.
Que vas a ganarme con esa sonrisa tan grande y luminosa que tienes, siempre.
Eclipsas la luz del universo con esa alineación dental tan mimosa, tan perfecta.
Que vas a derrotarme con esos ojos tan limpios y profundos que se sinceran en silencio, ¡cómo no!
Absorbes los colores que se combinan en tus pupilas de prisma; luego, los proyectas a la verdad.
Que vas a arrebatarme la atención de aquellos que nos rodean e ingenuamente no te darás cuenta.
Concentras las masas en el esmoquin que viste la sociedad, desgastado y sucio de corrupción.
Que vas a saltarte todas las barreras y conseguirás salir ilesa una vez más.
Desprendes amabilidad y cariño por igual, desatando sentimientos protectores en quien te rodea.
Querría verte a menudo paseando por las lindes de esta fría habitación y descubrirte animada.
También querría darte a conocer el mundo como nunca antes y sentir libertad haciéndonos cosquillas.
Querría despertarme por las mañanas y tener la certeza de que duermes en mi almohada.
También querría que te dejases arrastrar a los confines de la tierra y volver del punto de no retorno.
Querría enfrentarte un rato todos los días y dejarme ganar por tu infinita ternura.
También querría apresarte entre mis muros y no soltarte jamás en lo que me queda de vida.
Querría enamorarte cada vez que piensas en mí y volverme inevitable de tus pasos.
También querría esconderme entre tus costillas y besarte los párpados sin rastro de alevosía.
Querría distraerte de la información que procesas cíclicamente y traer la paz escarlata.
También querría olvidar por un segundo el dolor y hacer estallar líricamente el secreto del mundo.
Querría que mirases la sangre brotar y no parpadeases con los ojos inundados.
También querría cerrar al fin los ojos y ya no abrirlos jamás.

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