Translate

sábado, 19 de abril de 2014

Código de amor.

Me muero por gritarte que no te vayas, que no me abandones.
Me muero por despertarme apoyada en tu pecho, cuando el sol abra un nuevo día.
Me muero por seguir siendo capaz de sorprenderte, enorgullecerte.
Me muero por abrazarnos en un día de lluvia, apretujándonos todo lo posible.
Me muero por escucharte decir las cosas que nunca has dicho.
Me muero por descubrirte todas las cosas que pienso por minuto.
Me muero por corresponder a tu sonrisa despeinada, desarreglada, desenfadada, desinhibida.
Me muero por hacer eternas tus delicadas caricias y confesarte que tú nunca morirás.
Me muero por tu ausencia, la que expande la esculpida escarcha en mi interior.
Me muero por divertirte y que niegues con la cabeza, desechando cualquier duda que te asalte.
Me muero por explicarte cada una de mis miles de cicatrices.
Me muero por tu esencia, que me pierde mientras respiras en mis pulmones.
Me muero por sentir tus besos, oír tus labios susurrar palabras inteligibles para mi corazón de bromuro.
Me muero por dibujar una línea infinita en tus espalda y descubrir lo más profundo de tu horizonte.
Me muero por ser para ti, que me quieras tanto que le duela al dolor.
Me muero por tu mirada cansada sobre mí, mientras me sueltas el pelo para que caiga como una cascada.
Me muero por inquietarte si no sabes de mí, desordenarte las ideas, romper todos tus esquemas.
Me muero por mirarte ensimismada, aguantando la respiración si cambias de posición.
Me muero por hundir las manos entre las nubes de tu pelo, desprender el olor de tu champú.
Me muero por recorrer con las yemas de los dedos tu piel, paladear tu cálido contacto.
Me muero por brindarte toda la felicidad que soy capaz de entregar cada instante.
Me muero por abrirte las puertas de mis infiernos, con sus pros, sus contras, sus bellezas inusitadas.
Me muero por beber de tus ojos y ahogarme en ellos, encharcarme hasta el halo que no tengo.
Me muero por quemar tus cenizas, arder como lengua de fuego, asistir al renacer del ave fénix.
Me muero por empañar los cristales aguamarina de la habitación, alentarte a que te desvanezcas.
Me muero por extirpar de tu ser los demonios que te hacen estremecer mientras duermes.
Me muero por sentir la energía fluctuando a nuestro alrededor, electricidad que nunca duerme.
Me muero por despegar del suelo con magnificencia y llegar a donde estés tú.
Me muero por llamarte en voz alta y en silencio, con besos y abrazos, y que siempre contestes.
Me muero por volver a ponerme ese vestido que te gusta tanto y que me saques, otra vez, a bailar.
Me muero por suspirar quedamente entre tus omóplatos, arañarte desde las entrañas hasta los huesos.
Me muero por la estrella que esconde cada una de tus pupilas, incinerar mis cuencas ya vacías.
Me muero por derramar las últimas gotas que fluyen por mi venas marchitas en tus arterias de titanio.
Me muero por evitar todas las balas por ti, clavarte más profundamente en el alma libre y salvaje.
Me muero por desterrarte al olvido del olvido, que llegues a ser mi rendición.
Me muero por presionar mis labios en tus nudillos, hasta que queden cortados y desangrados.
Me muero por aferrar tus clavículas, colgarme de ellas, quedarme enganchada por las muñecas.
Me muero por expirar el miedo, vaciar el cuerpo y llenar el espíritu, fundirnos en un mismo elemento.
Me muero por golpear fuertemente el centro de tu pecho, conseguir que el corazón lata desbocado.
Me muero por sentirme más viva que nunca, ahora que me has descubierto lo efímera que es la vida.
Me muero por decirte que te quiero, y no asumir, tontamente, que ya lo sabes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario