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jueves, 19 de mayo de 2016

Pandæmonium.

...Hoy estabas triste>>
;Porque la luz de tus ojos era tenue y sin brillo
,porque tu mirada, otrora valiente y sonora
...se tornó huidiza y distante
<<.Y el silencio de tus palabras tronaba en el espacio inerte

No quieres llorar, lo sé;
no quieres hacerlo,
pero las lágrimas amenazan con deslizarse con furia por tus mejillas.
¿Cómo puedes detenerlas cuando todo te hace daño?
Hasta el simple golpeo de una flor crea en ti una brecha de dimensiones inimaginables.
Quieres mantenerte estable, sentirte firme, verte reír.
¿Pero cómo hacerlo? Si sólo tiemblas por dentro de puro terror, de pura tristeza.
*¿Se puede temblar de tristeza?* Se puede temblar de tantas cosas, corazón...
Y tal vez Bécquer, Bukowski o muchos otros podrían ayudarte; o tan sólo sumirte más en un pozo de desesperación. Quién sabe.
Han respondido a tus preguntas cuando nadie antes quiso -ni siquiera hablarte de ellos-.
Duerme, mäuselein, mañana serás de nuevo gato y la luz que entrará por tus pupilas no se verá igual que ahora. Ahora duele, hace que te brillen los ojos, se queda impermeable al agua.
Duerme y calla, venga, date prisa.
Tus demonios empiezan a despertarse. ¿No los oyes?
Claman sangre, claman cosquillas, claman silencio, claman tristeza. Y calman.
Al desatar la tempestad, sí. Pero ella sólo te deja marcada, rota y, aunque libre, nunca de nuevo feliz.
Y si te pones a pensar, volverás a los domingos que te abren la puerta y te invitan a pasar. Entonces, resignada a tu suerte, te adentrarás y dejarás correr las horas sobre el sillón con una taza medio vacía en las manos, un cenicero rebosante en la mesa, los pies recogidos y los órganos descuartizados.
¡Para! Deja de hacer que días entre semana se vuelvan domingos y que tu piel vibre de oscuro y férreo impulso, joder...
Revive.

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