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jueves, 6 de agosto de 2015

Por el aire.

Siento que he perdido, aunque lleve conmigo todas las de ganar. Porque avanzar sin tener constancia es como seguir en el mismo sitio; y ya se sabe que hay sitios que nos anclan a recuerdos, tiempos, personas...
Este invierno es el más largo de todos, aún no ha vuelto la primavera dentro de mí; ni siquiera ha vuelto en tus ojos. Mirarse en ellos es buscar la mentira en la verdad, es besar el filo cortante de la cuerda, es bailar al son de una balada triste. De trompeta.
No quieres que te muerdan mis demonios sin llegar al punto de hacerte el amor. Porque para eso prefieres follarme hasta el amanecer, que te mire con mis ojos de gata y te muerda las entrañas, que me arañes la espalda y que el mar nos entre por la ventana a ahogarnos las inseguridades.
Pero, oh, no, querido, esa no es vida para ti, trotamundos de metal bajo el firmamento. Así que te perderás con alguien que yo no seré por juramento, que así es más fácil de olvidar recuerdos, tiempos, personas... Durante once, veinte, noventa; no puedes pedir más que te saque del infierno y te impregne el alma de besos sabor a sal, si no recuerdas que como yo te he amado, nadie lo hará, que los besos en la frente siempre son guardados para alguien con ojos de espiral.
Pero me vas a ver otra vez brillante y se te van a ir las ganas de perderte conmigo, de imaginar que sólo estaremos vivos esta noche. Porque verás, de nuevo, la trampa que es mi corazón, y no querrás jugártela con domingos por la tarde, café en el desayuno y paseos a orillas del Sena.
Entonces hablaremos de las nuevas mujeres que has intentado amar, de tus sueños aún por cumplir, de las ideas que rondan tu cabeza, de la forma en que debe uno impugnarse, de prosa y poesíaymonotoníadelluviaysonlasgaviotasyvuestromirarardienteynuestrasdosalmas.
Y me hablarás sin miedo con cautela, porque soy niña y más aún mujer; y me hablarás con paciencia a la carrera, para que no pierda fácil los estribos; y me hablarás acechando mis ojos, cuidando que no vayan a morderte mis demonios; y me hablarás tras una sonrisa, que buscas siempre mi perdón. Y si así consigues que te escuche y no piense más que en tu voz, entenderás al fin queesamorfuerzayuncieloenuninfierno.

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